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El Sufrimiento. Un Sentimiento Totalmente Opcional.

El Sufrimiento. Un Sentimiento Totalmente Opcional.

“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional” (Buda). Por lo tanto, lo correcto es no elegir el sufrimiento como una opción. Hay una diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor es la reacción emocional inmediata ante un evento que nos hiere física o emocionalmente, por ejemplo, una pérdida, o el estrés o frustración ante una situación a enfrentar.

El sufrimiento adelanta un paso al dolor inicial porque es la respuesta de un conjunto de pensamientos y emociones, que hacen que pueda alargarse indefinidamente aunque el motivo haya desaparecido. Por eso decimos que es opcional.

La persona que sufre por lo general se siente amenazada, no acepta el dolor, se siente incapaz de enfrentarlo, se sume en la incertidumbre, no cree soportar, no maneja el hecho de no tener el control sobre lo que ocurre o sobre su persona.

Por lo anterior, te sugiero que explores la posibilidad de salirte del dolor que tienes para quererte, amarte y sentirte cómodo contigo mismo, como la mejor alternativa para encontrar tu verdadera felicidad.

Ser feliz es una elección inteligente y sólo depende de que tú decidas serlo en este momento y para siempre. ¡Maravilloso! ¿No crees? Mi deseo es que este artículo te motive a reflexionar e iniciar un proceso que te conduzca a mejorar tu calidad de vida e inspirar a tus seres queridos a que elijan ser felices también.

El sufrimiento más real que he vivido se vincula con la palabra pérdida. Bien sea la pérdida de un ser querido o la ruptura de una relación.
Lo sano es vivir el duelo para que el tiempo se encargue de limpiar esas energías que nos hacen sentir muy mal y en ocasiones, al no aceptar las pérdidas, nos conectamos con un sufrimiento crónico.

Quizás la culpa nos hace mantener ese sufrimiento como un castigo merecido; en otras palabras, elegimos el sufrimiento de manera injusta con nosotros y afectamos a los demás involuntariamente.

Te invito a leer mis reflexiones con la mayor humildad, sin juzgar o evaluar su contenido. Dale un descanso a tu mente para que puedas asimilar la información útil que te proporciono e inicies un camino que te permita descargar esas energías que afectan tu imagen y lo que transmites.

Es posible que al leer actives tu mente para analizar, evaluar y reaccionar ante lo escrito; así crees evadir inconscientemente la posibilidad de transitar de un estado de sufrimiento a uno de felicidad. Otras veces sufrimos innecesariamente por ignorancia y carencia de información útil, y en lugar de aceptar el hecho de no saber, nos centramos en dar justificaciones y explicaciones que ni alivian el sufrimiento, ni aclaran nuestra ignorancia.

Causas de sufrimiento hay muchas… ¡hasta sufrir por el sufrimiento ajeno! Hay personas que sufren en privado, y no quieren que los demás lo sepan, para no inspirar lástima ni afectar a sus seres queridos, pero la cara no ayuda.

Sus reacciones son impulsivas, a veces agresivas, haciéndose daño a sí mismas y a las personas que con afecto las quieren ayudar. Asumen el castigo que “deben tener” por lo que hicieron o dejaron de hacer.

Hay sufrimientos tan banales como sufrir por no hacer las cosas bien hechas, porque el equipo favorito pierde, por no lograr convencer a los demás de su verdad y sus puntos de vista.

También se sufre porque los hijos no llaman con más frecuencia, por las críticas de los demás, por insatisfacción, por no lograr lo que se desea, por no ser el primero en algún deporte, por querer algo difícil de lograr en vez de aceptar la realidad: No siempre se obtiene todo lo que se quiere y lo que toca es arroparse hasta donde llega la cobija.

Hay personas que sufren por su miedo a morir. La soledad que puede generar tristeza e insatisfacción y nos hace tener más pensamientos contaminados que elevan el sufrimiento de una manera muy negativa, generando altos niveles de estrés. Sufrimos cuando no tenemos logros de manera inmediata y la falta de paciencia nos hace sentir mal.

La comparación nos puede hacer infelices porque no aceptamos las diferencias, o sufrimos por nuestras carencias. Es vital entender que los cambios ocurren a nivel interno por convicción, y no por acumular conocimientos a través de lecturas o por escuchar información interesante.

Ante esto podemos escoger vivir el dolor y trascenderlo, o potenciarlo al punto de generar un gran sufrimiento, ya sea por nuestra actitud o por el significado que le asignamos.

No todos tenemos la misma capacidad de sufrimiento, reaccionamos de forma distinta ante un mismo hecho y es muy posible volvernos nada, o madurar y salir fortalecidos.

Todo dependerá de nuestra historia, llena de apegos y patrones, de nuestras fortalezas, de reconocer las limitaciones, de darnos oportunidad de salir airosos de la situación a pesar de los riesgos y pruebas del camino.

También es cierto que una sana dosis de consciencia nos hace ver que el momento del dolor es ése y no otro, y no puede anclarse ni a dolores pasados, ni a inciertos dolores futuros. El duelo se vive en el presente, al reconocerlo, aceptarlo y expresar asertivamente nuestras emociones. Así fortalecemos nuestro ser interior y encontramos la serenidad para superar el mal momento.

En el proceso es muy posible que confrontemos a Dios al preguntarle por qué nos pone esta prueba, y en nuestra impotencia le recriminamos el tener que pasar por ella. Aquí lo sano es entender que si la opción de sufrir o no es nuestra, no debemos culpar a Dios de ello. Debemos aceptar con humildad que estamos sufriendo y hacernos responsables de él.

Obviamente cada sufrimiento es único porque asumimos el dolor y damos forma a nuestro sufrir de una manera personalísima; pero sólo aceptando podemos comprometernos a dejar de sufrir para lograr la transición, la transformación y los cambios para encontrar la verdadera felicidad. Las herramientas se encuentran en tu sabiduría innata y te ayudan a dar las respuestas correctas a las preguntas que surgen en cada instante de tu vida.

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